1° DE MAYO: ¿TODAVÍA?

¿Todavía un Día del Trabajo? ¿Todavía sindicatos? ¿Todavía protestas, huelgas y marchas de trabajadores?

Por: Luis I. Sandoval M

EL ESPECTADOR – 30 ABR 2018  

Sí, en pleno siglo XXI, en tiempo de la cuarta revolución industrial, cuando se produce un crecimiento espectacular de la inteligencia artificial, cuando el mercado ha flexibilizado al máximo las relaciones laborales, cuando parecería que las clases y su lucha se diluyeron hace rato, todavía hay una realidad económica, social, cultural y política a la cual responde la pervivencia del 1° de mayo.

Este día se celebra en la mayor parte de los países del mundo en conmemoración de los hechos de Chicago, la masacre de Haymarket ocurrida el 4 de mayo de 1886. Exigían las ocho horas. El año siguiente el presidente Grover Cleveland estableció el Día del Trabajo en septiembre, primer lunes, como feriado oficial en EE.UU., siguiendo la celebración de los Caballeros del Trabajo y para evitar que el 1° de mayo sirviera como glorificación de los “Mártires de Chicago”. Canadá secundó a EE.UU. en esta decisión.

Las realidades del sindicalismo, la sensibilidad y la conciencia de trabajador no me son ajenas. Más de 20 años de mi vida desde las filas de UTC y CGT, y una sostenida relación con CSTC y sindicatos independientes en los años 70 y 80, hasta la fundación de la CUT en noviembre de 1986, constituyeron intensa escuela de

pensamiento y acción para la comprensión de la acción colectiva propia de los movimientos sociales.

Luego el Instituto María Cano (ISMAC), 30 años 1978 – 2008, la publicación de mi libro Sindicalismo y democracia, prologado por Orlando Fals, 1988, el desempeño como asesor de tres ministros de Trabajo, 1996 – 1998, y recientemente la participación en la formulación de una política pública de reparación colectiva del

sindicalismo.

Asombrosas han sido las transformaciones del mundo del trabajo en todo este tiempo, estudiadas en Colombia, entre otros, por Fanny Rubio, Fernando Urrea, Álvaro Delgado, Juan Carlos Celis, Reiner Dombois, de Bremen, hace poco fallecido, transformaciones hoy objeto de interés de la nueva Asociación Colombiana de Estudios del Trabajo (ACET) que académicos de varias universidades promueven con entusiasmo.

Mientras cambia el contexto económico y cambian las condiciones técnicas y culturales del trabajo, los trabajadores y sus organizaciones han estado sometidos en esta tierra a la estigmatización y el exterminio sistemático hasta llegar a decir que es Colombia el país donde más difícil resulta el ejercicio del activismo y el liderazgo sindical.

Se firmó un Acuerdo de Paz con el mayor agrupamiento insurgente, y se intenta lograr acuerdos con otros grupos supérstites, creándose un contexto de transición de la guerra a la paz en el cual es primordial que los trabajadores organizados se propongan jugar un papel de primer orden como ha ocurrido notoriamente en otras experiencias contemporáneas de transición en América Latina y Europa.

El sindicalismo, su organización, sus prácticas, su mentalidad, su relacionamiento con otros actores sociales están abocados a profundos cambios en correspondencia con las nuevas dimensiones del mundo del trabajo y con la inmensa dinámica societaria en la cual ya no la clase obrera de antaño, sino un diverso y potente sujeto

plural aparece en la escena histórica.

En la coyuntura crítica que se inició el 2 de octubre de 2016 y se cerrará en mayo junio de este 2018 con las elecciones presidenciales, el sindicalismo y demás movimientos sociales, como nunca antes se había visto, están jugando a fondo la carta de la participación política y lo están haciendo para rodear candidaturas que

aseguren una verdadera opción de paz con trabajo decente, más democracia y más justicia social.


1° de mayo 1979